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El trancón del sur

El problema de congestión del tráfico vehicular en la zona sur de Cali está llegando a su punto más crítico, eso es claro, pero también debemos tener claridad de que el problema se genera en corresponsabilidad entre gobierno local y ciudadanos. Por ello, no se puede pretender que el problema desaparezca mágicamente, sin que ambos se comprometan en soluciones que requieren esfuerzos de parte y parte. Pedir una solución mágica al trancón es tan absurdo como exigir al médico que nos resuelva el problema del colesterol mientras insistimos en consumir obsesivamente chicharrón frito del más grasoso del mercado.


Por una parte, desde la perspectiva de la oferta de infraestructura y servicios de transporte, el gobierno local no ha estado a la altura de la planificación del crecimiento urbano en el sur, esto hay que decirlo así de claro. No es un secreto que aún no se ha terminado la red básica de infraestructura vial, no se ha consolidado la oferta de transporte público requerida, ni se ha dotado de infraestructura para la bicicleta y las redes de andenes son precarias. Esto es así a pesar de que hace casi 20 años el Plan de Ordenamiento Territorial POT 2000 estableció que el sur tendría un Área de Expansión Urbana, e incluiría sub-centralidades urbanas con concentración de actividades educativas y empresariales; es decir, esto se veía venir.


Por otra parte, desde la perspectiva de la demanda de viajes el problema se intensifica, si se tiene en cuenta que en dicha zona se localizan cerca de 9 universidades y 50 colegios, los cuales atraen unos 120.000 viajes diarios, con una significativa participación del transporte particular. Además, esa zona es un cruce de caminos entre los municipios del norte del Cauca y Jamundí con Cali, que es el centro financiero y de servicios del sur-occidente del país. Y como si fuera poco, el Área de Expansión Urbana del sur implica un desarrollo urbanístico que albergará unos 600.000 habitantes en las próximas décadas, principalmente familias de ingresos medios y altos, con mayor preferencia por el uso del automóvil sobre el transporte público.


El problema entonces es que, mientras el gobierno local fomenta el desarrollo urbanístico de expansión urbana, permite la localización de instituciones con alta capacidad de atraer viajes y se rezaga en la oferta de infraestructura y servicios de movilidad sostenible (peatón, bicicleta, transporte público), los ciudadanos usan de manera generalizada e irracional el transporte particular (automóvil y motocicleta). Y si el problema lo generamos entre todos, la solución también deberíamos construirla entre todos.


Esto implica que el gobierno local debe trabajar en proyectos de la red básica de infraestructura vial, entre los cuales están los corredores norte-sur que incluyen la ampliación de la vía Cali-Jamundí, la prolongación hacia el sur de la Avenida Circunvalar y la Avenida Ciudad de Cali, y los corredores transversales oriente-occidente como la Carrera 118 y la Carrera 122. De igual manera debe continuar avanzando en materia de movilidad no-motorizada, en componentes como la ciclo-infraestructura, el programa de bicicleta pública y la red de andenes, para los viajes cortos al interior de la zona. Pero, sobre todo, la mayor apuesta debe estar en el transporte público, tanto el Sistema Integrado de Transporte Masivo SITM-MIO como el futuro Tren de Cercanías y Tranvía Urbano Tren-Tram, que hacen parte de la solución estructural al problema de movilidad, no solo del sur sino de la ciudad entera.


De igual manera, se debe trabajar en la gestión de la demanda de viajes, es decir, en incidir en las decisiones que toman los ciudadanos sobre cómo realizar sus viajes cada día. Esto implica tomar acciones decididas para desincentivar el uso generalizado e irracional del transporte privado, tales como el fortalecimiento de la restricción de circulación (pico y placa) en la zona sur, la gestión del estacionamiento en las universidades mediante racionalización de la oferta y cobro por el servicio, y fortalecimiento del uso del transporte escolar en los colegios de la zona.


Sí, está claro que estas últimas son medidas muy impopulares, pero gobernar implica la responsabilidad de tomar las medidas necesarias para garantizar el bienestar general, no se trata de un “reinado de la simpatía” en el que se hace lo que sea para agradar al público.


Antes de salir a exigir soluciones mágicas deberíamos preguntarnos ¿Qué estamos haciendo para reducir el impacto negativo que ocasionamos en el sur? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para mitigarlo?


Resulta pintoresco ver a algunos de los colegios y universidades del sector mostrándose indignados con la situación y exigiendo soluciones mágicas, de esas que se implementan de un día para otro y no incomodan a nadie. Eso sí, prefieren mirar a otro lado cuando se les recuerda que los estudiantes universitarios contribuyen con la congestión, estimulados porque dichas instituciones les ofrecen estacionamiento gratuito o a un precio irrisorio. También se hacen los locos cuando se les dice que cerca de la mitad de los padres de familia aportan a la congestión de la zona pues llevan a sus hijos al colegio en su carro (muchas veces un hijo por carro) y no en el transporte escolar, que permite llevar varios estudiantes en un solo vehículo.


Debemos entender que el problema de movilidad del sur de Cali se podría mitigar en gran medida si las universidades restringieran fuertemente el uso del estacionamiento y establecieran tarifas que desincentiven su uso, los colegios garantizaran que como mínimo un 90% de sus estudiantes hiciera uso del transporte escolar, se establecieran carriles preferenciales para transporte público y transporte escolar durante la hora punta, y se implementara un “pico y placa” de 4 dígitos diarios en la zona. El debate está servido.
Carlos Alberto González GuzmánSeptiembre 24, 2019


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Publicado: Portal La Silla Vacía

Colombia. Septiembre 24 de 2019

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