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Transporte público al banquillo

El sistema masivo MIO tiene que mejorar y el transporte colectivo tradicional con su guerra del centavo tiene que terminar. Estas son dos verdades ineludibles si lo que se pretende es llegar a consolidar un sistema integrado de transporte público de calidad.


La transición de un sistema de transporte tradicional caracterizado por la anarquía y la guerra del centavo hacia un sistema integrado de transporte masivo bajo un único ente gestor es un tema muy sensible. Las recientes protestas violentas protagonizadas por propietarios y conductores de las empresas de transporte tradicional han generado odios y afectos.


Así que, entendámoslo de una vez, aquí lo más importante deben ser los usuarios, no se trata de un negocio sino de un servicio público. La verdadera defensa del interés general está en defender el derecho de más de 2 millones de caleños a un transporte público de calidad. Eso debe estar por encima del interés de 6 empresas que agrupan cerca de 900 propietarios de buses del transporte tradicional, y también debe estar por encima del interés económico de los cuatro operadores del MIO. Gobierno y empresarios, cada uno en su momento, han desconocido tal prioridad.


Defender el verdadero interés general, el de los usuarios, no niega ni desconoce la necesidad de llevar a cabo un proceso de transición acertado. Una cosa no quita la otra. Dicho proceso debe garantizar a los usuarios una adecuada sustitución de la oferta de transporte y hacer un especial esfuerzo por acoger en el nuevo sistema a gran parte de los conductores activos. Metrocali y la Secretaria de Tránsito han fallado en diversas ocasiones en esto y debemos exigirles resultados, no sea que sólo después de sacar los buses tradicionales Metrocali se percate de que no tiene flota suficiente para suplirla. Sí a la transición del transporte público, pero sin improvisaciones que afecten al usuario.


Algunos ciudadanos y políticos dicen solidarizarse con los conductores de la protesta, pero ¿alguna vez salió alguien en defensa de los derechos laborales y sociales de estos? ¿quién está abogando hoy para que estos reciban de sus jefes una indemnización? Durante años nos importó poco que fueran explotados y tuvieran que trabajar 16 horas diarias sin contrato ni seguridad social, se trata de una solidaridad hipócrita y conveniente.


Si los conductores hubieran gozado de tales garantías laborales y sociales, incluida indemnización, hoy no estarían afrontando el final de una vinculación laboral como si fuese el fin de mundo, ni se dejarían engañar para servir de carne de cañón en protestas para que sus jefes obtengan un botín del que no verán ni un centavo. En la conciencia de los ‘amigos del gremio’ quedará esta reflexión.


Con los recientes bloqueos más de 2 millones de caleños volvieron a caminar kilómetros para llegar a sus trabajos y la ciudad quedó paralizada. Estas son las victimas reales del juego de poder de los ‘señores’ del transporte que, digan lo que digan para distraernos, sabemos que son los mismos de siempre, por eso actúan como siempre.
Carlos Alberto González GuzmánMarzo 21, 2014

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Publicado: Diario El País

Edición Impresa, Página A3. Cali, Colombia. Marzo 21 de 2014

Artículo de Opinión


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