Ir al contenido principal

Metro, mentiras y video

'A mí ninguna universidad, por prestigiosa que sea, me va a decir por dónde debe ir el metro, pues esto fue un mandato del pueblo' decía enérgicamente Samuel Moreno, alcalde de Bogotá, unos meses atrás, en un foro público. Y esta es tan solo una muestra más de la preocupante manera como se ha ido gestando uno de los proyectos mas importantes para la capital colombiana, proyecto del cual la gran cuestión no es si debe o no implementarse, pues es evidente que una ciudad de tal envergadura y con tal caos de movilidad lo necesita, sino por dónde, cómo y cuándo.


Aunque el Alcalde se desespere ante los fuertes cuestionamientos sobre la pertinencia del trazado propuesto para la primera línea de metro, y reaccione con inusitado arrebato pregonando el poder irrestricto que, supuestamente, se le ha conferido por el voto popular del pueblo (como él mismo reivindicó aquel día en el foro de movilidad organizado por el programa ‘Bogotá, cómo vamos’), está obligado a atender y responder apropiada y oportunamente los interrogantes y las sugerencias que le hacen, tanto la sociedad civil, como las instituciones nacionales.
Si bien los ciudadanos lo eligieron como Alcalde para gobernar, esto no implica, en ningún caso, la renuncia a un gobierno deliberativo ni, mucho menos, que el afán de protagonismo de un político le otorgue facultades para descalificar de manera categórica las observaciones, basadas en argumentos de rigor técnico, hechas por el Departamento Nacional de Planeación –DNP-, y los grupos de expertos de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de los Andes, los cuales, además, contaron con la asesoría de centros universitarios internacionales de reconocido prestigio.


Las observaciones y sugerencias planteadas al ‘Diseño conceptual de la red de transporte masivo metro y diseño operacional, dimensionamiento legal y financiero de la primera línea en el marco del sistema integrado de transporte público –SITP- para la ciudad de Bogotá’ realizado por el consorcio español SENER-TMB con un costo de 16.900 millones de pesos (1), no son en absoluto triviales, y sus implicaciones revisten serias consecuencias para la viabilidad del proyecto.
Por una parte, los revisores consideran que el modelo de previsión de la demanda de viajeros utilizado, no solo suscita grandes dudas metodológicas sino que resulta insuficiente, pues no involucra los potenciales efectos producidos por la participación de los otros sistemas de transporte de la ciudad.
Por otra parte, se presenta una gran duda sobre la pertinencia del trazado propuesto para la primera línea y, además, se destaca la necesidad de abordar un estudio más concienzudo en lo referente a costos de operación, tarifas y posibles subsidios. Ello implica importantes ajustes al diseño realizado, antes de avanzar hacia un proyecto de detalle, el cual debería afrontar varias instancias de aprobación.


En respuesta a tales observaciones, la Alcaldía de Bogotá, por no decir el alcalde Samuel Moreno, empeñado en pasar a la historia como “el alcalde del metro” -aunque ello implique efectos nocivos para la ciudad, derivados de la improvisación con la que se está planificando y será ejecutado el proyecto-, arremete contra las entidades de orden nacional y las universidades encargadas de revisar los diseños realizados, aduciendo el cínico argumento de que la decisión del metro debe ser política y no técnica. Y, como si fuera poco, esgrime otro argumento todavía más falaz, el cual versa sobre la incapacidad de los expertos nacionales para hacer críticas de rigor técnico, frente a la “incuestionable” capacidad del consorcio encargado del estudio y los “irrefutables” resultados arrojados por este.
Así, se atreve a sugerir, implícitamente, que más puede velar por el bienestar de los bogotanos un grupo internacional de firmas privadas de ingeniería y consultoría, que los académicos y los grupos de veeduría ciudadana de la región.
Esto, como si los ciudadanos no hubiéramos tenido ya suficiente experiencia en el pasado para probar justamente lo contrario, al presenciar la desidia y la desfachatez de conflictos de intereses que se presentaron en el diseño y la construcción del metro de Medellín –hechos que, como es obvio, ocurrieron con la complicidad de los políticos de turno-, por citar solo un caso de tantos en los cuales los intereses de los contratistas normalmente distan de la procura del bienestar colectivo, el cual, por supuesto, se espera sea defendido por la administración local.


La mentira, pues, no sólo radica en el hecho de que un gobernante intente, maquiavélicamente, atribuir a los ciudadanos la supuesta responsabilidad de que al elegirlo hayan quedado sometidos a sus designios sin cuestionamiento alguno, sino también, en la tendenciosa y difundida creencia de que el metro, por si solo, será la solución a todos los problemas de movilidad de Bogotá. Argumento este último que, por cierto, no aguantaría el más mínimo análisis de rigor técnico, pues son múltiples las ciudades que, aun teniendo metro y otros sistemas de transporte público, siguen afrontando grandes congestiones, debido a la ausencia de medidas complementarias orientadas a una efectiva racionalización del uso del vehículo privado.


Por estos días, un nuevo acto de hipnotismo colectivo se urde desde la Alcaldía de Bogotá, cuando se afirma que ahora el proyecto del metro tiene vía libre y que será el actual alcalde quien celebre el inicio de las obras el próximo año, dado que el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) aprobó el documento marco de la ‘Movilidad Integral para la Región Capital Bogotá-Cundinamarca’ (Documento Conpes nº 3677 de Julio 19 de 2010), el cual establece los compromisos que el Gobierno Nacional asumirá para la financiación de los distintos proyectos, entre estos, la primera línea de metro.
Lo cierto es que dicho documento no significa, en absoluto, un camino de rosas para el desarrollo del proyecto, sino que en realidad, y de manera afortunada, reafirma la importancia de las críticas planteadas, tanto por los grupos de expertos validadores de las dos universidades como por el Departamento Nacional de Planeación –DNP-, a tal punto que la financiación del Gobierno Nacional ha quedado condicionada a la subsanación de las falencias identificadas en los diseños realizados y a la aprobación de un proyecto definitivo. Detalle este omitido o minimizado en todas las comunicaciones oficiales de la Alcaldía, no por hacer parte de la letra pequeña del documento pues, ciertamente, está presente de principio a fin, sino, por la nociva cultura de ocultismo propia de algunas de nuestras alcaldías, más interesadas en los artilugios y el maquillaje que en la adecuada estructuración de los proyectos.


Todo esto ocurre al tiempo que el ciudadano del común sigue embelesado con el idílico video institucional con el que la Alcaldía de Bogotá se esfuerza en promocionar el futuro metro de la ciudad, video del cual, cómo no, y rindiendo culto a su personalidad, el Alcalde es el protagonista. Por suerte, un puñado de ciudadanos cada vez más creciente, por experiencia o por intuición se pregunta: Si en las décadas pasadas el papel ha podido con todo, ¿de qué proporción serán las mentiras que nos logran maquillar hoy con un video?
Carlos Alberto González GuzmánAgosto 9, 2010


----------------------------------------


Publicado: Diario El Tiempo

Edición Digital, Sección Opinión. Colombia, Agosto 9 de 2010

+ Enlace al artículo


----------------------------------------


(1) Contrato adjudicado en Noviembre de 2008, fecha en la cual  16 900 millones de Pesos Colombianos (COP) eran equivalentes a 5,4 millones de Euros (EUR) o  7,0 millones de Dólares Americanos (USD). 

Entradas populares de este blog

¿Subsidio al transporte público para financiar el estatus quo?

El transporte público de calidad, con amplia cobertura territorial y con tarifa asequible al usuario, requiere ser subsidiado en su operación, en eso por fin estamos de acuerdo todos: nación, municipios y usuarios. Lo que no hemos podido entender es que mientras se siga permitiendo el fortalecimiento del transporte público ilegal e informal, normalizando la evasión del pago del pasaje y fomentando el crecimiento del uso de la motocicleta, seguirá en vilo el futuro de los sistemas de transporte público y, con ello, el derecho a la movilidad de los ciudadanos. En Colombia, apenas en el 2015 el gobierno nacional entendió que el subsidio a la operación del transporte público era necesario para cubrir el déficit financiero de la operación y así garantizar el servicio a los ciudadanos, dado que el recaudo por la venta de tiquetes no resulta suficiente para cubrir los costos de ofrecer el servicio. En la actualidad, ocho ciudades cuentan con sistemas integrados o estratégicos de transporte en...

El drama del MIO en cinco actos

En el Concejo de Cali se debate el proyecto de acuerdo n° 180 con el cual se busca garantizar la financiación del Sistema Integrado de Transporte Masivo SITM-MIO. Para este se argumenta que está soportado en una propuesta técnico-económica para transformar el modelo del SITM en un Sistema Integrado Inteligente de Transporte Público SIITP, del cual los ciudadanos aún no conocen mayor detalle. Bienvenido el debate, en cualquier caso, está claro que tenemos que avanzar para evitar el peor escenario posible: volver a caer en las garras de la nociva guerra del centavo. El origen de dicho debate es que hoy nuevamente el MIO se encuentra en grave crisis financiera y en riesgo de colapsar, esto a pesar del esfuerzo que han venido haciendo diversas administraciones por ponerlo a rodar y mantenerlo a flote. Dicho proceso se puede relatar a manera de obra escénica en cinco actos. En un primer acto, la alcaldía de Apolinar Salcedo (2004-2007) tenía como tema central construir la infraestructura. A...

Taxi: ¡Viva la informalidad laboral!

Cuando uno empieza a creer que en temas de movilidad urbana lo absurdo ya ha llegado a su máxima expresión, siempre aparece un hecho nuevo que supera con creces todo lo anterior: los explotados conductores de taxi salen a marchar en contra de la iniciativa de formalización laboral de su oficio promovida por el gobierno nacional, mientras los empresarios y propietarios de taxi aplauden la marcha con sonrisa burlona y, como no, los usuarios seguimos soportando un pésimo servicio que no mejora porque a los jefes del gremio no les interesa. El transporte público ya sea colectivo (buses) o individual (taxi) es un servicio regulado por el Estado que puede ser prestado tanto por operadores públicos como privados, por tanto en la pertinencia de la operación por parte de privados no hay discusión. En lo que sí hay discusión es en el hecho de que los operadores privados tengan que seguir manteniendo un nivel tan alto de informalidad laboral en este sector. No es posible que miles de conductores ...