Ir al contenido principal

Licencias de conducción y otras artimañas

Todo un escándalo nacional ha sido el hecho de que, según algunos oprimidos ciudadanos, al gobierno se le haya ocurrido la tontería de exigir la renovación de la licencia de conducción a quienes la tuvieran vencida. Que dios nos libre de semejante exabrupto. Eso sí, lo que las ‘victimas’ más enardecidas nunca admitirán es que muchas llevan meses conduciendo con licencias vencidas, otras llevan años con licencias falsas por culpa del oficio de algún pícaro tramitador y otras tantas, a pesar de nunca haber pisado una escuela de conducción, hoy portan licencias que las facultan para conducir, incluso, uno de esos enormes buses articulados de Transmilenio.


“Esto es el colmo”, gritan todos al unísono. Mientras los unos ingenuamente se preguntan “¿A ver, en qué país del mundo desarrollado se obligaría a la gente a renovar la licencia cada 10 años? ¿A quién se le ocurre que por el hecho de que uno tenga más de 60 años de edad tenga que renovarla con mayor frecuencia? ¿Cómo pueden pensar en imponernos una multa por el simple hecho de conducir con la licencia vencida?”, otros tantos, con conveniente dramatismo, afirman “Definitivamente lo que el gobierno quiere es incrementar su control sobre este pueblo oprimido”. Sí señor, uno no podría estar más de acuerdo, el Ministerio de Transporte y las Secretarías de Tránsito y Transporte Municipal no tienen vergüenza, nos quieren venir a imponer orden cuando lo que nos gusta es el despelote.


No es que, como todo buen colombiano, los conductores hayamos dejado la renovación de la licencia para última hora, lo que pasó fue que, de repente, a todo el mundo se le venció la licencia la semana pasada. Así es, todo este caos es resultado de una caprichosa coincidencia. Somos inocentes. Por ello, con justa razón, el grupo más afligido le puede increpar al gobierno que cómo es posible que le haya dado un plazo de escasas semanas para hacer la renovación, cuando es evidente que las entidades encargadas de dicho trámite no tienen capacidad operativa para atender tal demanda en tan corto plazo de tiempo. ¿Es que acaso el gobierno no sabe de matemáticas?


Intentando dejar atrás la ironía, vale la pena aclarar que, eso sí, en medio de tal reivindicación social nadie quiere que se hable de que en la Reforma del Código Nacional de Tránsito Terrestre realizada en 2010 (Ley 1383 de 2010), es decir, hace ya 3 años, se estableció que las licencias de conducción de vehículos particulares tendrían una vigencia de 10 años y ya no sería indefinida como antes, mientras las de vehículos de servicio público continuarían teniendo vigencia de 3 años.
Un primer campanazo. Luego, el Decreto 19 de Enero 10 de 2012, estableció que tal vigencia variaría en función de la edad del conductor y que, con ocasión de tal decreto, se otorgaría de manera automática para evitar trámites innecesarios. Así que, honestamente, si a usted hace meses que se le venció la licencia y sin ser conductor de bus o taxi su licencia lo faculta para ello, lo que tenía que hacer era ir corriendo a renovarla y solicitar la re-categorización, en lugar de hacerse el loco.


Por cierto, cifras por verificar indican que de los cerca de 8,5 millones de colombianos con licencia, 1,3 millones portan licencias para vehículo de servicio público ¿Cómo es que tantos adquirieron licencias de conducción de categorías 4, 5 y 6, es decir, aquellas de las más altas especificaciones que permiten conducir incluso grandes vehículos de transporte público? ¿No es raro cuando lo que siempre han pretendido conducir es un simple automóvil particular, para lo cual les bastaría con una de categoría 3? Todo un enigma.
Uno podría decir que esto es, al menos en parte, porque cientos de miles de colombianos de ingresos medios y altos vienen soñando con convertirse en chofer de buseta. Pero hay mal pensados que dicen que no, que en realidad es porque adquirieron la licencia con algún tipo de triquiñuela que, para justificar sus ‘honorarios de intermediación’, los premió con la categoría más alta. Ni idea. De momento, es una incomoda pregunta que ciudadanos y funcionarios públicos preferimos seguir evitando y, claro, nadie quiere que a eso se le apliquen las matemáticas, no sea que nos pillen a todos.


Por último: ¿Por qué se acumuló tanta gente para renovar la licencia durante las recientes semanas, cuando a muchos en realidad esta se les había vencido meses atrás? Sencillo, en nuestras ciudades a nadie le preocupaba conducir con licencias vencidas, porque no eran comunes los operativos y controles asociados a dicha infracción, es decir, el paraíso del infractor. Además, para renovarla tocaba primero pagar todas las multas de tránsito que se tenían hasta la fecha, las mismas que nuestra incultura ciudadana nos invita a esperar a que expiren o a que la autoridad local proponga un descuento substancial. Porque con las multas “el gobierno sólo busca quitarle el pan de la boca a nuestros hijos”.


Qué bueno sería que con la misma firmeza que salimos a defender nuestros derechos también saliéramos a refrendar nuestras obligaciones. Cada año en Colombia se presentan miles de accidentes de tránsito con miles de ciudadanos muertos y lesionados. Gran parte de estos accidentes están asociados al desconocimiento de las normas de tránsito (a pesar de portar la licencia) y a la conducción temeraria. Ya es hora de que nos tomemos en serio la responsabilidad de ir al volante. Para ello hay, como mínimo, tres condiciones básicas: adquirir la licencia cumpliendo con la formación teórico-práctica y la evaluación médica y psico-motriz, Usar la Inteligencia Vial respetando las normas de tránsito aprendidas y demostrar periódicamente nuestra competencia para estar al frente de un volante.


El que la actual renovación de la licencia pudiera ser gratuita o que los exámenes médicos pudieran ser expedidos por cualquier otra entidad de salud son discusiones válidas que podemos abordar. Y sí, debemos cuestionar el que no pocas veces el gobierno lanza medidas que no tiene capacidad de implementar en los plazos establecidos. Lo que no puede ser es que ello se utilice para intentar tapar el sol con un dedo, cuando en temas de conducción hemos sido un tanto sinvergüenzas, no por nada a las normas, muy a menudo, las tildamos de artimañas.
Carlos Alberto González GuzmánJulio 15, 2013


-----------------------------------


Publicado: Revista Semana

Edición Digital, Sección Opinión Online. Colombia, Julio 15 de 2013

Enlace al artículo


----------------------------------- 

Entradas populares de este blog

¿Subsidio al transporte público para financiar el estatus quo?

El transporte público de calidad, con amplia cobertura territorial y con tarifa asequible al usuario, requiere ser subsidiado en su operación, en eso por fin estamos de acuerdo todos: nación, municipios y usuarios. Lo que no hemos podido entender es que mientras se siga permitiendo el fortalecimiento del transporte público ilegal e informal, normalizando la evasión del pago del pasaje y fomentando el crecimiento del uso de la motocicleta, seguirá en vilo el futuro de los sistemas de transporte público y, con ello, el derecho a la movilidad de los ciudadanos. En Colombia, apenas en el 2015 el gobierno nacional entendió que el subsidio a la operación del transporte público era necesario para cubrir el déficit financiero de la operación y así garantizar el servicio a los ciudadanos, dado que el recaudo por la venta de tiquetes no resulta suficiente para cubrir los costos de ofrecer el servicio. En la actualidad, ocho ciudades cuentan con sistemas integrados o estratégicos de transporte en...

El drama del MIO en cinco actos

En el Concejo de Cali se debate el proyecto de acuerdo n° 180 con el cual se busca garantizar la financiación del Sistema Integrado de Transporte Masivo SITM-MIO. Para este se argumenta que está soportado en una propuesta técnico-económica para transformar el modelo del SITM en un Sistema Integrado Inteligente de Transporte Público SIITP, del cual los ciudadanos aún no conocen mayor detalle. Bienvenido el debate, en cualquier caso, está claro que tenemos que avanzar para evitar el peor escenario posible: volver a caer en las garras de la nociva guerra del centavo. El origen de dicho debate es que hoy nuevamente el MIO se encuentra en grave crisis financiera y en riesgo de colapsar, esto a pesar del esfuerzo que han venido haciendo diversas administraciones por ponerlo a rodar y mantenerlo a flote. Dicho proceso se puede relatar a manera de obra escénica en cinco actos. En un primer acto, la alcaldía de Apolinar Salcedo (2004-2007) tenía como tema central construir la infraestructura. A...

Taxi: ¡Viva la informalidad laboral!

Cuando uno empieza a creer que en temas de movilidad urbana lo absurdo ya ha llegado a su máxima expresión, siempre aparece un hecho nuevo que supera con creces todo lo anterior: los explotados conductores de taxi salen a marchar en contra de la iniciativa de formalización laboral de su oficio promovida por el gobierno nacional, mientras los empresarios y propietarios de taxi aplauden la marcha con sonrisa burlona y, como no, los usuarios seguimos soportando un pésimo servicio que no mejora porque a los jefes del gremio no les interesa. El transporte público ya sea colectivo (buses) o individual (taxi) es un servicio regulado por el Estado que puede ser prestado tanto por operadores públicos como privados, por tanto en la pertinencia de la operación por parte de privados no hay discusión. En lo que sí hay discusión es en el hecho de que los operadores privados tengan que seguir manteniendo un nivel tan alto de informalidad laboral en este sector. No es posible que miles de conductores ...